Ser animales y pretender ser humanos ya es de por si un trabajo difícil, ahora que como especie “pensante” nos alejemos por diferencias como color de piel, religión o idioma me resulta desconcertante, pero lo realmente patético es ver como la política fragmenta los pueblos en detestables grupos que defienden sus ideas sin medir consecuencias.
Seguramente esto sucede en muchos lugares del mundo, es un problema que afecta a todos los países así como lo hace el calentamiento global y que de igual manera es disimulado y desmentido por nuestro lideres siempre con fines económicos.
Tan vieja como la misma política, tan ilegal y abusada como la marihuana, es esta herramienta a la cual muchos políticos hacen alusión en sus discursos, y en la que nos repiten una y otra vez derrotarla, pero de la cual todos sabemos que hacen uso y que cuando son descubiertos dicen desconocerla, si señores hablo de la corrupción, digo herramienta porque resulta ser más útil que el mejor discurso, o la mas televisada campaña política. Pero ¿por qué hablar de algo que es tan difícil cambiar? Algo que probablemente no sea más que una causa perdida, y que en algunos países podría hasta costarte la vida.
La razón es muy humilde, aunque el escribir este blog no cambie nada, no podía vivir más con tantas ideas chocando dentro de mi cabeza, lo hago para liberarme, también para aprovechar esta libertad de expresión de la que dispongo, porque vaya uno a saber cuando una empresa privada facture tus palabras y tus pensamientos, o peor aun antes de que la televisión y la publicidad infecten mi cerebro y me transforme en otro animal domado que solo consume, derrocha y destruye su medio ambiente; En vista de ese miedo que tengo a perder la poca conciencia que me queda decidí escribir sobre lo que mi entorno me muestra. Habiendo dicho esto regresare al tema de la corrupción, porque aquí en Colombia siendo tan creativos, como nos decimos a sí mismos, aprendimos el arte de la política, pero lo rebajamos a politiquería (que aunque parezca un merecido acrónimo no hace referencia a políticos de porquería), y no contentos con esto la dividimos según nuestros peores males, por ejemplo para la enfermedad venérea llamada FARC nos inventamos la FARC-política, y para su supuesta cura que como algunos casos de la medicina resulto ser peor que la enfermedad creamos la PARA-política.
Es irónico que esa guerra que comenzó en las selvas y campos colombianos se haya trasladado a la ciudad, no por el cambio de escenario sino porque el único afectado sigue siendo el mismo pueblo que sin querer participar se ve sumergido en la segunda parte de la guerra boba, que para sus promotores son solo cifras en dólares, devaluados pesos o anhelados y aspirados kilos de droga, que ni todos juntos compensarían toda la sangre y lagrimas que a causa de ellos se han derramado.